La preciada devoción al Santo Rosario fue revelada y enseñada a Santo Domingo de Guzmán en el siglo XIII por María, la Reina del Cielo y la Tierra. Santo Domingo presentó el Rosario a los cristianos como un arma contra las herejías de su tiempo. Esta devoción fue acogida con tanta alegría que, hasta el día de hoy, ninguna otra devoción a Nuestra Señora se compara con ella.
María sostiene el Rosario cerca de su corazón. A través de esta oración se combina la oración vocal con la oración mental, meditando sobre episodios de la vida de Jesús y María mientras se recitan hermosas oraciones. El Rosario es noble e inmensamente beneficioso para quienes lo rezan. Nos ayuda a vivir virtuosamente, nos fortalece contra las tentaciones del diablo y, sobre todo, honra y glorifica a Dios y a nuestra Madre María.
El Santo Rosario es profundamente apreciado por la Reina del Cielo y de la Tierra. Mientras que en Lourdes María se apareció a Santa Bernadette con el Rosario en el brazo derecho, en Fátima recomendó el Rosario, subrayando lo querido que es para su corazón y lo poderoso y beneficioso que es para nosotros.
San Carlos Borromeo solía exclamar: «¿Qué es un cristiano sin el Rosario?» ¡Así que llevemos el bendito Rosario con nosotros a donde quiera que vayamos y recitemos el Santo Rosario diariamente para inculcar la verdadera devoción a María, Nuestra Señora del Rosario!