En una época en la que para muchos católicos el Espíritu Santo era considerado la persona en tercer grado de la Santísima Trinidad, San Jorge Preca tenía hacia el Espíritu Santo el culto que verdaderamente le merece. El Fundador de la Sociedad de la Doctrina Cristiana profundizó en la teología sobre el Espíritu Santo, de modo que explicó sobre él en sus discursos, escribió sobre él y lo invocó con diversas peticiones que nos son tan queridas.
Parece que San Jorge Preca construyó su enseñanza sobre la naturaleza del Espíritu Santo en el ‘Símbolo’ (Credo) atribuido a San Atanasio. Quería decir que el papel del Espíritu Santo es esencial como lo son los papeles del Padre y del Hijo. Dice que, así como se da poder al Padre y sabiduría al Hijo, así se da bondad al Espíritu Santo.
San Jorge Preca explica de manera comprensible los dones del Espíritu Santo, tal como se revela en Isaías, capítulo 11 versículos 2 y 3. El don de la sabiduría trae alegría sólo en las cosas celestiales, y no en las cosas de esta tierra, que son verdadera vanidad; la comprensión aporta claridad de la verdad de las cosas que creemos; el concejo pone en el alma la luz para elegir los medios más necesarios para la santidad; la fortaleza da valentía y capacidad contra cualquier temor que surja del mal; la ciencia nos da información para estimar todas las cosas según su valor; la piedad se coloca en el alma deleitándose en todas las prácticas de la religión y en completar las obras de misericordia con el prójimo necesitado; el temor de Dios coloca en el alma un temor fuerte que supera cualquier otro temor que podamos tener.
También explica los frutos del Espíritu Santo, mencionados por San Pablo a los Gálatas, capítulo 5, versos 22 y 23. El amor es la raíz de la que brotan toda clase de buenos frutos porque la caridad no consiste en sólo palabras; la felicidad es una compañera que no se puede separar de una buena conciencia; la paz siempre sigue la moderación de cada pasión; la paciencia nos ayuda a sufrir sin tanta ansiedad lo que viene en contra de nuestra voluntad; en las grandes tribulaciones, la misericordia sostiene la paciencia para que no falte; con dulzura, o con mansedumbre, se soporta tranquilamente las groserías, faltas y agravios del prójimo; la bondad incita a hacer el bien; la justicia perfecciona la bondad combinando con ella la afabilidad y la dulzura; la fe obliga a cumplir puntualmente la palabra dada, y aborrece toda clase de mentiras y engaños; la castidad restringe los actos impuros en los sentidos.
San Jorge Preca concluye sobre los frutos preguntando: «¿Quién no ve la necesidad del Espíritu Santo?» Mas aún, continúa diciendo, sin el Espíritu Santo nada de lo que existe podría ser creado porque en toda creación es necesario que concurran las tres Personas divinas.
Ya que el hombre tiene tanta necesidad del Espíritu Santo, San Jorge Preca nos invita a invocarlo con frecuencia. Y menciona algunas circunstancias: ayuda durante la tentación, luz en el examen de conciencia, antes de escuchar la Palabra de Dios, en la tribulación, antes de la meditación, antes de hablar, en la enfermedad, en la duda, en la desolación y en la elección de la vocación. San Jorge Preca nos asegura que el Espíritu Santo escucha nuestras oraciones.
Joe Galea
Miembro del SDC