Il-Ktieb il-Kbir (El Gran Libro) es uno de los 140 libros escritos por san Jorge Preca, fundador de la Sociedad de la Doctrina Cristiana. Fue redactado en maltés en 1920 cuando el padre Jorge tenía alrededor de cuarenta años. El contenido de la obra revela que su autor era un sacerdote entregado y santo. Originalmente, el padre Jorge escribió este libro para la meditación de los miembros de la Sociedad, pero en 1967 se volvió a imprimir para uso público.
Siguiendo las huellas de santo Tomás de Kempis y otros maestros de la espiritualidad, el padre Jorge consideraba a “Cristo crucificado” como un manual seguro e indispensable en su espiritualidad. La razón fue explicada en un libro que compuso más tarde y es muestra de mayor madurez, El Santuario del Espíritu de Cristo: “¿Cómo puede una persona abrir ese Gran Libro, Jesucristo crucificado y no llenarse de su espíritu? Para todos los que se fijen en Él, Cristo crucificado será un manantial del que emana el espíritu de la vida eterna…También te llenarás de rechazo al pecado y del amor a Dios, quien por medio de la muerte de su Hijo, purificó nuestra alma en su sangre divina, convirtiéndonos de hijos de la ira a hijos de la gracia.”
Es por eso que san Jorge Preca creía firmemente que Cristo crucificado “es el libro que siguieron los santos”. Él lo presenta como “el camino más seguro para la gloria eterna”. Invita a todos a fijarse en el Señor crucificado cada día de esta vida terrenal.
El estilo es típico del padre Jorge: pensamientos profundos e intensamente bíblicos, condensados en oraciones cortas que el lector deberá meditar despacio para reflexionar y sacar conclusiones prácticas para su vida espiritual. Recordamos que, típicamente, los escritos del padre Jorge están hechos para ser vividos y no solo para proveer una lectura amena. Ellos son producto de su batalla espiritual para asemejarnos a Cristo.
La invitación que encontramos en cada página de Il-Ktieb il-Kbir (El Gran Libro) es la que san Pablo hizo a los gálatas: “Hijos míos, otra vez sufro dolores de parto, hasta que Cristo se forme en ustedes”. (Gal 4, 19).
La siguiente es la página cuarenta y uno de Il-Ktieb il-Kbir (El Gran Libro):
Queridos míos, fijen su mirada en su divino Maestro y lean:
La Confianza en Dios
Reflexión – Jesús crucificado tiene como testigos valiosos de su confianza en Dios a sus propios enemigos que dijeron: “Ha puesto su confianza en Dios; que lo libere ahora, si es que lo quiere” (Mt 27,43). Y antes de entregar su espíritu, dijo en voz alta: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lc 23,46). ¿Cómo no puede encontrarse en Él la confianza en Dios si Él mismo nos enseñó a llamar a Dios padre?
Enseñanzas de esta página
- Nadie tiene una segura confianza en sí mismo a pesar de ser rico, sabio o fuerte, a causa de las incertidumbres de la vida.
- Nadie puede confiar enteramente en el ser humano por causa de las pasiones y su inconstancia. Además, el ser humano está sujeto a la muerte en cualquier momento.
- El profeta Daniel dijo: “Oh Dios, no hay confusión para los que confían en ti.”
- El descanso se encuentra sólo en Dios. Nosotros fuimos creados para Él. Los medios de consuelo que Él tiene no cambian como los de los seres humanos.
Compromiso – Nos comprometemos a encomendar nuestros corazones al poder de Dios; a que en todas las necesidades del cuerpo y del alma confiemos nuestro remedio al Señor y así lo glorifiquemos con sincero agradecimiento.