Un joven sabio, inteligente y devoto escuchó una prédica sobre el santo abandono y quedó muy impactado cuando se enteró de los beneficios espirituales y corporales que disfruta quien lo practica.
Él reflexionó mucho y finalmente decidió ir a buscar a su director espiritual, un hombre muy honrado, sabio y preparado en los asuntos de la fe. Así hizo y le pidió que fuera paciente con él y le explicara todo lo que sabía sobre el santo abandono.
Su director espiritual era un hombre muy amable y cortés; lo recibió con mucho cariño y cuando escuchó su petición, le dijo que estaba dispuesto a explicarle todo lo que había leído, escuchado y aprendido sobre este tema.
El ahijado se alegró mucho y le pidió su autorización para escribir todo lo que le contara, para así no olvidar esa enseñanza tan valiosa.
El padrino aceptó y decidieron empezar a encontrarse; el padrino dictando y el ahijado escribiendo.
L-Abbandun Totali (El Santo Abandono) de San Jorge Preca es una buena lectura para aquellos deseosos de profundizar su relación con Dios y confiarse a su guía.
Reflexión número 36 de L-Abbandun Totali (El Santo Abandono):
El Padrenuestro e el Santo Abandono
Ahijado, cuando nuestro Señor Jesucristo nos enseñó a orar a Dios, verdadero Padre Nuestro, entendió que debemos buscar su gloria y la paz de nuestro corazón. ¿Crees que si no dijéramos a Dios “hágase tu voluntad” no se cumpliría lo que Él quiere, ya que es dueño y señor absoluto del cielo y de la tierra?
Nosotros siempre podemos resistir la voluntad de Dios, pero solo con nuestra propia voluntad, porque sin su ayuda física no se mueve ni una hoja. Así que cuando le pedimos “hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”, estamos suplicando la ayuda de su gracia para que, por medio de una obediencia perfecta a sus mandamientos, lleguemos a cumplir su voluntad; y también para que en los acontecimientos que Él dispone para nosotros en su providencia, nos unamos más perfectamente con lo que Él quiere.
En pocas palabras, Jesucristo nos ha mostrado que Él quiere que practiquemos el santo abandono en el regazo de nuestro Dios bendito para que gocemos de la verdadera paz del corazón, guardando en nosotros una buena voluntad unida a la voluntad de Dios. Recordémonos que los ángeles cantaron en su nacimiento: “¡Paz en la tierra entre los hombres de buena voluntad!” (Lc 2,14).
Jesucristo también quiso mostrarnos que debemos dar gloria a Dios, sobre todo en espíritu y en verdad. De hecho, cuando cumplimos la voluntad de Dios, lo reconocemos como nuestro Señor absoluto, y al mismo tiempo le agradecemos por todo el bien que nos otorga cada día.
Indudablemente, con esta actitud le agradamos; como consecuencia estará siempre con nosotros y nunca nos abandonará, porque estamos cumpliendo su voluntad, sumisos a su Majestad Divina con un espíritu de adoración verdadera. No hay una adoración verdadera cuando hay resistencia a su voluntad divina. De hecho, quien se resiste, no reconoce la autoridad de Dios, sino sobrepone su misma voluntad a la suya, y al hacerlo desprecia a su Señor. San Agustín afirmó: “¿Quieres saber quién es tu Dios? Fíjate en lo que amas: lo que amas, es tu Dios”. Quien se resiste, estaría odiándolo.
“Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”. ¿Cómo se cumple la voluntad de Dios en el cielo? Se cumple con un amor perfecto por parte de los ángeles, ministros suyos.
Quien cumple la voluntad de Dios, movido por el santo temor, estaría dándole verdadera gloria; pero quien es movido por el amor, estaría cumpliendo la voluntad de Dios perfectamente, porque el amor perfecto echa afuera cada temor (Jn 4,18). Entonces tú estarías cumpliendo la voluntad divina en la tierra y estarías expresando el deseo de verla cumplida por todos de la misma manera en que los ángeles la cumplen en el cielo.
Leemos en el Evangelio que el diablo le prometió a Cristo todos los reinos del mundo si se arrodillara ante él y lo adorara. Ante tal propuesta, Jesús inmediatamente lo despidió y le dijo: “La Escritura dice: Adora al Señor tu Dios, y sírvele sólo a Él” (Mt 4, 8-9).
Por tanto, cuando, en el Padrenuestro, decimos a Dios: “Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”, estaríamos agradándolo verdaderamente. Sin embargo, es solamente durante la prueba y en el momento de la tentación que manifestamos si hemos deseado realizar esta adoración con sinceridad y con verdadero espíritu.
Es suficiente por hoy, y en el próximo encuentro, si el Señor Dios quiere, te dictaré y te mostraré que el amor es el único peldaño que lleva al santo abandono.