No sería un eufemismo decir que estamos desilusionados con la corrupción endémica que ha asolado a muchos países. Lamentablemente, Malta no es una excepción, y mantenerse al tanto de las noticias tiende a ser un ejercicio deprimente, ya que las historias de sordidez y deshonestidad en los niveles más altos parecen dominar los titulares en muchos otros países.
¿Con qué frecuencia escuchamos que todos los políticos son unos delincuentes?
Roberto Benigni, el inconformista comediante y actor italiano, se pronuncia con firmeza contra esa actitud derrotista y negativa. Dice que tales generalizaciones hacen el juego a los delincuentes, ya que condicionan a la gente a aceptar que la corrupción política debe darse por sentada.
Semejante postura derrotista debería ser anatema para las personas de buena voluntad, más aún para aquellos de nosotros que afirmamos ser cristianos. Tuve el privilegio de escuchar al legendario padre jesuita Bartolomeo Sorge SJ en 1995. Él creía apasionadamente que el mal se puede vencer. Dedicó su vida a educar a personas influyentes, especialmente en la lucha contra el flagelo de la mafia en la vecina Sicilia.
Por lo tanto, fue para mí una experiencia muy refrescante que un amigo mío me regalara un libro que relata las historias increíblemente destacadas de hombres cristianos, tanto laicos como religiosos, que encarnaban el compromiso social y político tan claramente retratado por el difunto P. Sorge. SJ.
El libro, Knisja u Mafia (La Iglesia y la mafia), escrito por Robert Aloisio, está muy bien investigado y describe cómo los intereses criminales se infiltran e impactan en las personas de la Iglesia, la profesión jurídica y la arena política, corrompiendo así las instituciones que deberían estar en primera línea defendiendo y promoviendo justicia.
Sin embargo, el libro envía un mensaje de esperanza al presentarnos personas íntegras y valientes, cualquiera que sea su vocación. A pesar de la indiferencia y la parálisis y, a veces, de la escandalosa connivencia entre las distintas instituciones y el crimen organizado, siguieron adelante con valentía asumiendo sus responsabilidades.
Este libro subraya un aspecto pasado por alto de estos héroes que vivieron con los más altos estándares de integridad profesional.
Revela cómo fue su fe cristiana la que los inspiró y motivó, a pesar de ser muy conscientes de que estaban poniendo en riesgo su vida e incluso la de sus familiares.
Un libro así debería tener un amplio número de lectores, especialmente en las escuelas, para que la generación más joven pueda sentirse motivada por un testimonio tan heroico y darse cuenta de que cada decisión que tomamos es crucial. Todos tenemos la responsabilidad de utilizar nuestra libertad para tomar las decisiones correctas; de lo contrario, la sociedad se resignará a aceptar que el mal es inevitable.
Así lo destacó el 1 de octubre el arzobispo Charles Scicluna, quien, dirigiéndose al poder judicial con motivo del inicio del nuevo Año Forense, se refirió a la joven y valiente magistrada Rosario Livatino, asesinada hace 31 años, cuando tenía 38 años.
La historia de vida de Livatino, retratada detalladamente en Knisja u Mafia (La Iglesia y la mafia), es muy edificante, y Rosario debería ser un modelo a seguir para quienes se inspiran en los valores cristianos, especialmente cuando ocupan puestos de gran responsabilidad que desempeñan un papel clave en la promoción de una sociedad virtuosa.
Como dijo una vez la socióloga ruso-canadiense Catherine Doherty: “Ser cristiano significa vivir peligrosamente”. Quedarse indeciso no es una opción.
Todos los ingresos del libro se destinarán a la Caritas Parish Diakonia Network.