Es con gran alegría que reflexionamos sobre la Santísima Virgen María y su Asunción al cielo. La Asunción significa que, tras cumplir su misión divina en la Tierra, María fue llevada en cuerpo y alma al cielo. Allí, fue recibida por su divino Hijo, como merecía, siendo la Madre de Dios.
Muchos santos creen que María no murió porque estaba libre del pecado original y, por lo tanto, exenta de sus consecuencias. Sin la mancha del pecado, no tendría que soportar la pena de la muerte. Sin embargo, otros teólogos y santos sostienen que María sí murió, para reflejar la muerte de su amado Hijo en la Cruz, un sacrificio hecho por nuestra salvación. Esta perspectiva sugiere que su muerte fue un acto final de unidad con el sufrimiento de Cristo.
Según la tradición, cuando el tiempo de María en la Tierra terminó, los Apóstoles, que se habían dispersado por el mundo para predicar el Evangelio, se encontraron reunidos en Jerusalén. Todos, excepto Tomás, estuvieron presentes para escuchar sus últimas palabras. Después de su partida, colocaron su cuerpo en un sepulcro con gran reverencia. Cuando Tomás llegó, deseó verla una vez más. Al abrir el sepulcro, solo encontraron sus ropas funerarias. Se consideró que Dios no permitiría que su cuerpo, que había servido como templo de Su Hijo, sufriera corrupción. En vez, su cuerpo fue llevado al cielo junto con su alma.
Esta creencia fue declarada solemnemente como artículo de fe por el Papa Pío XII el 1 de noviembre de 1950. María, que sufrió profundamente con Cristo y por Cristo, ahora reina en el cielo como Reina, Señora y Madre. Como escribe San Pablo: “Si sufrimos con Cristo, reinaremos con él” (2 Tim 2:12). Recordemos que los sufrimientos de esta vida son insignificantes en comparación con la alegría y felicidad eternas que nos esperan.
Alégrate, oh Virgen María,
porque has hallado gracia ante Dios.
Tú que creíste en las palabras del Arcángel Gabriel.
Siendo virgen, diste a luz a un hijo,
Dios hecho hombre, y después del parto,
permaneciste virgen pura.
Oh Madre de Dios, intercede por nosotros.
(adaptado de Un Programa Especial en Honor de la Asunción de la Santísima Virgen María escrito por San Jorge Preca)